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TRADUCE Y OYE

lunes, 7 de abril de 2014

UN MAJORERO, ALFONSO NDE LA CRUZ, por Carmelo, nuestro historiador

Carmelo Torres Torres, profesor de Sociales de nuestro instituto colabora con nosotros presentando directamente aquí el artículo que incluye en su página de EL Enfoque . En esté último número dedicado a un superviviente de la guerra civil .

UN MAJORERO SUPERVIVIENTE DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. D. ALFONSO DE LA CRUZ CEDRÉS (I)
Algunos meses atrás, gracias a una interesante y amena conversación con Pepe Santana Gil, supe de la existencia de un majorero de avanzada edad que había participado en la Guerra Civil Española (1936-1939) y que en el devenir de su vida se había ido convirtiendo en parte muy representativa de la historia viva de Fuerteventura. Debido a las múltiples ocupaciones y quehaceres en los que el que escribe se va involucrando se hizo imposible hacerle una entrevista en ese mismo momento, pero con el pasar del tiempo este deseo se ha hecho realidad.
D. Alfonso es un majorero de los de antes, afable, amigable y respetuoso en todo lo que dice y en el que la experiencia se ha ido acumulando gracias a las múltiples ocupaciones que desempeñó a lo largo de sus casi 97 años de vida.
Tras entablar una extensísima conversación hemos decidido realizar un resumen de los aspectos más destacables, dado que por cuestiones de espacio una transcripción de toda la entrevista sería imposible.
¿Cuándo y dónde nació?
El 21 de diciembre de 1917, en La Rosa de Ucalia, en Tefía, saliendo hacia el norte.
¿A qué se dedicó en los primeros años de su vida?
Desde los 5 ó 6 años estuve guardando camellos, y después cuidando una burra y una vaca que tenía Fernando Peña, estaba como criado, y me pagaba una peseta al día, estando “mantenío”. Después trabajé con su hermano Esteban Peña, allí estuve cuidando unas cabras que tenía, allí estuve unos tres años. Después de eso pasé a trabajar con Leoncito Peña, con el que pasé cinco años cobrando lo mismo y estando también “mantenío”. Más tarde trabajé cuando se hicieron los ensanches de las carreteras que iban de la capital hasta Casillas del Ángel y la otra que salía para La Oliva, cuando eso ya tenía unos quince o diecisiete años, trabajándose por quincenas. Trabajando así llegamos a Casillas y yendo para La Oliva llegamos hasta “Los Trancos”, entre Tindaya y La Oliva, y había que quedarse donde se trabajaba, buscando alguno que te dejara algún alpende. En eso llegó don Fausto Carrión, que era uno de los más ricos de Fuerteventura, que era de Casillas, con él estuve cuatro años, ganando 1,50 pesetas y “mantenío”, echándole de comer a los animales, camellos, cabras, burros, allí a mí no me faltó de nada, porque era una casa grande.
De esa familia había un comentario, y era que su mujer, doña Orgina, le daba las sobras a los criados, y eso no era verdad, por que decían que esa gente era muy mezquina, que no daba nada, y eso no era cierto, ya que era raro el día en que no hubiera tres o cuatro personas en la puerta de la casa esperando para que le dieran una limosna, la limosna era una “perra”, por que más no se podía dar, ya que no era un día sólo, era a diario. Cuando eso ya tenía dieciocho años y mi hermano estaba en Utiaca (Gran Canaria), el matrimonio me dijo que no les parecía mal que fuera a buscar mi porvenir, por que por 1,50 pesetas como se trabajaba aquí no había porvenir ninguno, cuando eso aún estaba la República, pero allí no me daban trabajo por que había mucha gente, pero en un lugar entre San Mateo y Tenteniguada si me dieron trabajo haciendo la carretera, pero como era el más joven me quitaron el pico y me pusieron a cargar y repartir el agua a las cuadrillas, allí estuve tres meses.  LEER MÁS EL PRÓXIMO CAPÍTULO



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